miércoles, noviembre 01, 2017

Flechas Envenenadas

Poesía sobre la marcha,
suelta e improvisada
como me sube la mente
como "me vienen dadas"

Poesía para vivir (y sobrevivir
en el centro de la pantalla)
que me hace renacer
y despierta en mí una alborada



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Un dulce amanecer verde
de niño, en technicolor
de prados bien risueños
y vacas coloradas

Y no esos amaneceres desiertos
que me amanecieron tanto
en las mañanas de mi vida
(¡qué largo viaje a la Nada!)

Por eso, huyendo y huyendo
de esos amaneceres (¡ni un alma!)
viajé hasta lo hondo de la noche
¡harto ya de noches blancas!

¿Hasta cuando, Juan, hasta cuando?
¡Detenla ya por favor
la interminable jornada
de aventura (y de drama)!


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¿Por qué esa poesía patética
tan grave y apesadumbrada
desde que empecé a acostar en papel
lo que me sale del alma?

Y fue que te vi aquella noche
que marcó un antes y un después
en mi larga travesía,
en mi rumbo (en desnortada)

Y en plena anochecida
me encontré de pronto a salvo
como en un claro del bosque,
de luces y luminarias

Y era tuya mi poesía
su temperatura y esperanzas
¿o es -¡no! ¡no puede ser! (aunque lo espero)-
que estos versos en ti acierten?


(cual flechas envenenadas)

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