domingo, junio 18, 2017

Alma de Niño y Héroe

La voz del dios Pan ¿la oyes, Juan?
en la calma de los bosques
la que empecé a oír hace ya
cuando aterricé aquí (sin Norte)

buscando el norte en mi vida, sí,
el que perdí de muy joven
cuando me sentí un extraño
en aquel mundo de entonces

aquel mundo al que yo me abrí
cándido y puro y noble
en el preciso momento amor
que se hundía ciego en la noche

compasión honda de mi, sí,
de aquel joven sin reproche
que nació a destiempo ¡ay dolor!
y al que no quiso la Muerte

dispuesto amor a abrazarla
en aquel trance -¡dios!- valiente,
porque tuvo pena de mí,
de verme puro e inocente

y hoy me veo -juego de espejos-
en este o en aquel joven
vagando por mis caminos
perdidos como yo entonces,

tan solo, tan indefenso
aprendiendo a encajar golpes
y con las deudas a cuestas
del mundo de mis mayores

y me veo en ti, hijo mío,
aquel tierno bebé ¡pobre!
bajo unos cielos de nubes
¡hijo de una Buena Suerte!

Y al final sin darme cuenta
el “osito” aquel se hizo hombre
como un prodigio del cielo
¡Milagro astral de los dioses!

Igual que yo ¡y tan distinto!
ley de la estirpe y del nombre:
parecidos a los nuestros,
de tal palo, sí...¡y mejores!

….....................

Eugenesia del Espíritu
que me hizo amarte ¡tan torpe
y contra toda esperanza
y tan locamente! ¿me oyes?

A ti me refiero, mujer
a ti te llamo amor, a voces,
a ti te mando estos versos
entre luces de colores

de los sueños y quimeras
de un alma de niño...y de héroe
de un poeta a la intemperie,
de alguien que sufre (¡y no llores!)


Qué bello atardecer mi amor
qué honda la voz del silencio,
qué majestad la del parque,
qué calma amor, qué sosiego

que majestoso el estanque
imagen sacral del Tiempo
como si la vida entera
se viera en él, como un espejo

y te descubro en el fondo amor
mirándome de reflejo
de una sonrisa materna
que me dice “te comprendo”

como la otra cara amiga
que me capta el pensamiento
sonriéndome al pasar
tierna, como un lamento

de lo que sabe amor de mí
del lío en que me vi envuelto
que presenció sabia y cauta
observándolo de lejos

prenda de esperanza y vida
de encantación y de anhelos
la discreción femenina
con su halo de misterio

Y es lo que me encantó de ti
de nuestros “roces” primeros
que no te dijiste “no”
y dejaste tiempo al tiempo

hilar a gusto su rueca
a ritmo lento (o andante o allegro)
hasta que llegue la hora
marcada en el firmamento

que se disipen las sombras
y se desvele el secreto
de tan grande fascinación
de tanta fiebre y desvelo

de ese mirar de tus ojos
del recuerdo de aquel be-so
y del rictus de tus labios
que me decían “¡te quiero!”

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